Tim Minchin (comediante musical australiano) nos ofrece las nueve lecciones para la vida que él ha aprendido «a la excelente edad de 37.9 años». Se trata de su discurso ante decenas de alumnos que se van a graduar en Letras en la Universidad de Western Australia, centro en el que él estudió, en el mismo día en el que se le concede a Minchin un «Honorary Degree of Doctor of Letters».
1. No tienes que tener un sueño
Si tienes algo en lo que siempre has soñado, algo de corazón… ¡ve a por ello! Después de todo, es algo que hacer con tu tiempo: perseguir un sueño. Y si es uno suficientemente grande, te va a llevar la mayor parte de tu vida alcanzarlo, así que para cuando lo consigas y estés observando el abismo de la falta de sentido de tu logro, estarás casi muerto, así que no importará. Yo nunca tuve realmente uno de esos grandes sueños. Así que soy partidario de una dedicación apasionada a la búsqueda de objetivos a corto plazo. Sé micro-ambicioso.
Agacha la cabeza y trabaja con orgullo en lo que tengas delante tuyo… nunca sabes dónde podrás acabar. Sólo ten en cuenta que la siguiente búsqueda que merezca la pena probablemente aparecerá en tu periferia, que es por lo que deberías tener cuidado con los sueños a largo plazo. Si enfocas muy lejos hacia adelante, no verás esa cosa brillante por el rabillo del ojo.
2. No busques la felicidad
La felicidad es como un orgasmo: si piensas mucho en ella, se va.
Mantente ocupado, intenta hacer a alguien feliz, y puede que te llegue también un poco como efecto secundario. No hemos evolucionado para estar constantemente contentos. Se comieron al Contentus Australophithecus Afarensis antes de que transmitiera sus genes.
3. Recuerda, todo es suerte
Tienes suerte de estar aquí. Tuviste una suerte incalculable de haber nacido, y una suerte increíble de haber sido criado en una buena familia que ayudó a que tuvieras una educación y te animó a ir a la Uni. O si naciste en una familia horrible, eso es desafortunado y tienes mi simpatía. Pero aun así, eres afortunado: afortunado porque de casualidad has sido hecho del tipo de ADN que hizo el tipo de cerebro que cuando se le sitúa en un entorno infantil horrible toma las decisiones que te llevan, finalmente, a graduarte en la Uni.
Bien hecho por arrastrarte a ti mismo de los cordones de los zapatos, pero has tenido suerte. Tú no has creado la parte de ti que te empujó. Ni siquiera son tus cordones de los zapatos. Supongo que yo trabajé duro para conseguir los dudosos logros que he conseguido, pero no hice la parte de mi que trabaja duro, como tampoco hice la parte de mi que comía demasiadas hamburguesas en vez de ir a clase mientras estuve aquí en la UWA.
El hecho de comprender que no puedes realmente aceptar el mérito tus éxitos, ni tampoco culpar a otros de tus fracasos, te hará humilde y más compasivo. La empatía es intuitiva, pero es también algo que puedes trabajar intelectualmente.
4. Haz deporte
Lo siento, pastosos, pálidos, fumadores graduados en filosofía que arqueáis vuestras cejas en una curva Cartesiana mientras veis a la muchedumbre en movimiento serpenteando a través de los conos de tráfico de su existencia: vosotros estáis equivocados y ellos hacen lo correcto.
Bueno, vosotros tenéis parte de razón. Pensáis, luego existís… pero también: haces footing, luego duermes bien, luego no te agobias por una agonía existencial.
No puedes ser Kant, y no quieres serlo. Haz deporte, haz yoga, levanta pesas, corre, lo que sea, pero cuida tu cuerpo. Lo vas a necesitar. La mayoría de vosotros vais
a vivir hasta casi los 100, e incluso el más pobre de vosotros conseguirá un nivel de riqueza que la mayoría de humanos a través de la historia no podría haber soñado. Y esta larga y lujosa vida que tenéis por delante ¡va a hacer que os deprimáis! ¡Pero no desesperéis! Hay una correlación inversa entre depresión y ejercicio.
Hacedlo. Corred, mis guapos intelectuales, corred.
5. Sé crítico con tus opiniones
Un famoso dicho afirma que las opiniones son como los agujeros del culo, porque todo el mundo tiene uno. Hay una gran sabiduría ahí, pero yo añadiría que las opiniones difieren significativamente de los agujeros del culo, porque constante y exhaustivamente deberías examinarte el tuyo.
Debemos pensar críticamente, y no solo sobre las ideas de otros. Sé duro con tus creencias. Sácalas a la calle y pégales con un bate de críquet. Sé intelectualmente riguroso. Identifica tus sesgos, tus prejuicios, tus prerrogativas. La mayoría de los argumentos de la sociedad se mantienen vivos por una falta de reconocimiento de los matices.
Tendemos a generar falsas dicotomías, tratando entonces de mantener un argumento usando dos conjuntos de asunciones completamente diferentes como dos jugadores de tenis tratando de ganar un partido dando bellos golpes perfectamente ejecutados desde extremos opuestos de pistas de tenis separadas. Por cierto, ya que tengo enfrente de mi a graduados de ciencias y de letras: por favor no cometáis el error de pensar que las letras y las ciencias son cosas opuestas. Esa es una idea reciente, estúpida y dañina. No tienes que ser acientífico para hacer buen arte, para escribir cosas bonitas. Si necesitáis pruebas: Twain, Douglas Adams, Vonnegut, McEwen, Sagan, Shakespeare, Dickens…
No necesitas ser supersticioso para ser poeta. No necesitas odiar la manipulación genética para preocuparte por la belleza del planeta. No tienes que reclamar un alma para promover la compasión. La ciencia no es un cuerpo de conocimiento ni un sistema de creencias; es sólo un término que describe el incremento de adquisición de conocimientos de la humanidad mediante la observación.
La ciencia es genial. Las letras y las ciencias necesitan trabajar juntas para mejorar cómo se comunica el conocimiento. La idea de que muchos australianos (incluyendo nuestro nuevo primer ministro y mi primo lejano, Nick Minchin) crean que la ciencia detrás del calentamiento global antropogénico es controvertida es un fuerte indicador de la magnitud de nuestro fracaso en la comunicación.
El hecho de que el 30% de las personas de esta habitación se hayan ofendido es todavía mayor evidencia. El hecho de que esa ofensa tenga más que ver con la política que con la ciencia es incluso más desesperanzador.
6. Sé profesor
Por favor, por favor, por favor… sé profesor. Los profesores son las personas más admirables e importantes del mundo. No tienes que hacerlo para siempre. Pero si estás en la duda de qué hacer, sé un profesor estupendo. Solo durante tus veintipico años, sé un maestro de educación infantil. Especialmente si eres un tio. Necesitamos maestros de educación infantil tios.
Incluso si no eres un maestro, sé un maestro. Comparte tus ideas. No des por hecha tu educación. Regocíjate en lo que aprendes, y difúndelo.
7. Defínete por lo que amas
Me he dado cuenta de que ultimamente yo mismo hago ésto a veces. Si alguien me pregunta qué tipo de música me gusta, digo «bueno, no escucho la radio porque la letra de la música pop me molesta». O si alguien me pregunta que qué comida me gusta, digo «creo que el aceite de trufa se usa en exceso y es ligeramente desagradable». Y lo veo constantemente en Internet, gente cuya idea de ser parte de una subcultura es odiar a Coldplay, o al fútbol, o a las feministasm o al Partido Liberal.
Tenemos tendencia a definirnos en oposición a cosas. Como comediante, me gano la vida con eso.
Pero tratad de expresar también vuestra pasión por las cosas que os gustan. Sed efusivos y generosos en vuestros elogios a aquellos que admiráis. Mandad tarjetas de agradecimiento y dad ovaciones de pie. Sed pro-cosas, no sólo anti-cosas.
8. Respeta a la gente con menos poder que tú
En el pasado, he tomado decisiones importantes sobre la gente con la que trabajo (agentes y productores), basándome en gran medida en cómo tratan al personal de servicio en los restaurantes en los que nos reuníamos.
No me importa si eres el gato más poderoso en la habitación. Te juzgaré según como trates a los que tienen menos poder.
9. No tengas prisa
No necesitas saber ya lo que vas a hacer con el resto de tu vida. No digo que te quedes fumando porros todo el día, pero … no tengas pánico.
La mayoría de la gente que conozco que estaba segura del camino a seguir a los 20 años ahora tiene una crisis de mediana edad. Dije al principio de esta divagación que la vida no tiene sentido. No era una afirmación ligera.
Creo que es absurdo. La idea de buscar «un sentido» en el conjunto de circunstancias que casualmente existen después de 13.8 billones de años de eventos sin rumbo. Dejando a los humanos pensar que el universo tiene un propósito para ellos. Sin embargo, no soy un nihilista. Ni siquiera soy un cínico. Soy, de hecho, más bien romántico.
Y ésta es mi idea de romanticismo: Pronto estarás muerto. La vida a veces parecerá larga y difícil y, dios,… es agotadora. Y a veces estarás feliz, y a veces triste. Y después estarás viejo. Y después estarás muerto.
Hay sólo una cosa sensata que hacer con esta existencia vacía, y es: llenarla. No llevarla. Lle-nar-la. Y en mi opinión (hasta que la cambie), la mejor forma de llenar la vida es aprendiendo todo lo que puedas sobre todas las cosas que puedas, estar orgulloso de lo que sea que hagas, siendo compasivo, compartiendo tus ideas, ¡corriendo!, manteniendo tu entusiasmo.
Y también está el amar, el viajar, el vino, el sexo, el arte, los niños, dar, escalar montañas, pero ya sabéis todas esas cosas. Es una cosa increiblemente excitante
esta vida tuya única y sin sentido.
Buena suerte. Y gracias por el reconocimiento.
El texto de discurso publicado en este post es un coypaste (literal, aunque con algunas pequeñas modificaciones) de los subtítulos del vídeo original de YouTube, realizados por el usuario ‘antonioyo’